Carmen Pérez Corral tenía 15 años cuando entró por primera vez en la quesería donde trabajaba su padre, uno de los socios fundadores de la quesería de Peñamellera, para echar una mano en verano. La suya es una verdadera historia de perseverancia, de tesón, de mucho trabajo y de creer en las posibilidades de una actividad que, con los años, otros fueron abandonando. Carmen habla con pasión de su trabajo, y recuerda que el amor propio «y el que mi padre fuese uno de los fundadores me hizo...