ASTURIAS, EL PAÍS DE LOS 40 QUESOS
Asturias, la mancha quesera de Europa
Asturias es la mayor mancha quesera de Europa si comparamos sus variedades de quesos con su número de habitantes. Este dato nos hace entender la importancia de la producción artesanal de quesos en la región.
El queso es parte de Asturias como lo es el mar Cantábrico que día a día modela su costa. El Paraíso no sería lo que es sin la producción quesera, ni sin la actividad de cientos de pequeños elaboradores que antaño fueron miles.
El origen del queso en Asturias
El origen de la elaboración de quesos en Asturias está ligado sin duda a los excedentes de leche; convirtiéndose el queso en un subproducto que permitía conservar esta fuente de proteínas. Hablamos de una época de Asturias rural, en la que el cultivo del campo era complicado y nada favorecido por el relieve de la región; de un tiempo en el que se pasaba hambre, y el queso era capaz de saciarla.
Hablar o estudiar los quesos asturianos es descubrir también su paisaje. La producción de nuestros queseros destaca por la leche de altísima calidad de sus ganados criados en nuestros montes, siguiendo técnicas de manejo tradicional y respetuosa con los animales. Es esta ganadería de puertos la que ha propiciado un paisaje de majadas o brañas, de pequeñas cabañas de montaña en las que los pastores vivían desde la retirada de las nieves hasta su vuelta; donde apenas se distinguía entre el espacio destinado al ganado y al ganadero que aprovechaban estas pequeñas construcciones para evitarse subir y bajar al ganado todos los días.
También la formación caliza de las cordilleras asturianas ha sido la bodega natural perfecta para la maduración de muchos de sus quesos a los que los Picos de Europa o el Sueve les aportan la humedad y los hongos específicos que les aportan su carácter y que los hacen únicos.
Apuesta por la tradición asturiana
El queso en Asturias es por tanto un alimento que forma parte de nuestra cultura; un modo de vida tradicional de las zonas más rurales al que la emigración hacia las ciudades y que el brillo de la vida urbanita ha estado a punto de llevarse por delante. Tan sólo gracias al esfuerzo de un grupo de elaboradores empecinados en no dejar caer en el olvido lo que sus padres y abuelos les habían transmitido hicieron posible que parte de sus elaboraciones resistiesen hasta los últimos años del siglo pasado. En ese momento, un movimiento encabezado por Crivencar comenzaba su apuesta por los quesos asturianos artesanales, por devolverles el espacio que nunca debían de haber perdido y por hacerlos entrar en las mesas de las ciudades, esquivas con los productos de calidad que les rodeaban. También por la recuperación de algunos de los quesos que por el camino se habían perdido, pero que aún permanecían en el recuerdo de los mayores de los pueblos.
Es por tanto el apodo de “El país de los 40 quesos” el mejor nombre que se le puede dar a esta Asturias quesera que ha resistido desde épocas inmemorables cuajando las leches de sus ganados para elaborar a mano estas piezas únicas.
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